
Hay muchas maneras para determinar si usted es o tiene algún grado de conducta en su proceder racista, odio, repugnancia u hostilidad hacia las personas negras o los extranjeros en Puerto Rico.
En esta isla donde la mayoría de su gente muy bien le cae el dicho de “si no tiene dinga tiene mandinga”, o en algún momento de su vida puede que se haya expresado de alguna manera diciendo: hay, “es negro o negra pero tiene el corazón blanco”, o “es negrito o negrita pero tiene facción de blanco o blanca, o “es negro o negra pero es decente”, o se ha tirado un mal chiste sobre la raza negra o de alguna persona extranjera, o muchas veces, aquellos que tienen el pelo rizo hasta lo más profundo de sus raíces lo disimulan con un “papazo”, o sea con un alisado. Si, o aquel padre de la raza negra que le aconseja a su hijo o hija, “cásate con un hombre o mujer blanca para que mejores la raza”. Esto son algunos de tantas expresiones y actos que mucho hemos dicho o hecho en algún momento de nuestras vidas.
Dentro de todo este meollo xenofóbico boricua, surge unas posiciones que están preñadas de hipocresía. Yo le digo a estos puristas enfermizos que antes de señalar se aseguren de que sus manos estén limpias. Por favor, yo seré pecador pero no veo santos a mi alrededor.
Hay mucho espacio para mejorar, claro que sí y pedir perdón. Pero, por si acaso, tengo muchas piedras en mi casa para aquellos que se sientan libres de pecado para que tiren la primera piedra. Juan 8,7.












