
Es de conocimiento general y cultural de la existencia del Cielo y el Infierno. En muchas ocasiones pudiste haber escuchado una expresión, en el momento de nuestra partida terrenal, de alguien que dijo “esa fue una persona muy buena, ese o esa va directo para el Cielo”.
De otra parte, hemos escuchado expresiones todo lo contrario, de aquellas personas cuya vida estuvo muy lejana de ser un ejemplo para la humanidad, en cuyo caso haber escuchado, “esa persona va directo para el Infierno”.
Como creyente en la creación, en la naturaleza humana y en la filosofía cristiana, estoy convencido de que estamos esclavizados por el pecado, de que somos presos de las continuas flaquezas en nuestros pensamientos, palabras y obras. No hay duda, los creyentes tenemos que procurar la inexistencia del Infierno, de que todos abandonemos todo género de pecado, además porque estamos abrazados por la Gracia divina.
Pero Señor, que difícil es la vida, que difícil es vivir como corresponde.
En toda mi vida de existencia, nunca había pensado, hasta ahora, en aquellos casos de seres cuya vida ha sido vivir con tanto y tanto daño, tanto y tanto mal, tanto perjuicio, agravio, ser maquiavélico, tanto odio, quitar la vida a otro y, sobre todo, hacerlo sin ningún respeto a la vida misma, al prójimo y sin arrepentimiento por sus malas obras.
Pero, contra, cada día veo que crece ese núcleo de seres que a mi parecer “ni en el Infierno los quieren”. ¿conoce usted a alguien, si, de aquellos o aquellas que “ni en el infierno los quieren?