
La Constitución de Puerto Rico establece y reconoce desde sus primeras letras una organización colectiva sostenida en una base plenamente democrática donde se asegura, para todos, los derechos humanos.
Por lo tanto, allí en la Constitución se declara que el sistema democrático es fundamental para la vida de la comunidad puertorriqueña. El sistema democrático es aquel donde la voluntad del pueblo es la fuente del poder político y donde el orden político está subordinada a los derechos del hombre para asegurar la libre participación del ciudadano en las decisiones colectivas.
Pero ¿en verdad los puertorriqueños gozamos de una Democracia plena y participativa como lo dicta la Constitución? No sé, pero siento que es hueca, está vacía y con un déficit de participación espantosa.
A modo de ejemplo, no tengo reserva alguna de que vivimos en una colonia, donde el poder reside en el Congreso de los Estados Unidos. Un buen ejemplo de ese poder es la “Junta de Control Fiscal”, que a la hora de la verdad es la que actualmente manda en la Isla y nadie votó por ninguno. Votamos cada cuatro años para darle poder de representación, dizque democrático, a un Partido Político que con solo el 42% de los votantes nos gobierna al 100% de la población.
A ese déficit de Democracia le agregamos el déficit de participación, a modo de ejemplo, en nuestro sistema un ciudadano o ciudadana de 80 años habrá de tener el “privilegio” de haber participado toda su vida en solo 1 hora y 15 minutos de participación. “Viva la Democracia participativa puertorriqueña”, que viva.
A ese déficit de Democracia le añadimos el poder que ejerce el Bipartidismo en Puerto Rico, los Rojos y los Azules. Un poder que tira por el piso la Constitución, que tira por el piso el verdadero derecho a la justa participación, donde el debate se concentra en “tú eres más pillo que yo”, en votar cada cuatro años por el menos malos, por el menos mentiroso y abusador.
En donde se unen, Rojos y Azules, para liquidar, a como de lugar, a aquella otra parte del pueblo que democráticamente quiere participar, que desea ser la diferencia de los igualitos.
Un país sin plena democracia participativa nunca habrá de alcanzar la esperanza de lograr un desarrollo sostenible en todos los conceptos, de lograr una sociedad justa y feliz a las que todos los aspiramos tener.