
Sobran las excusas, los análisis y las explicaciones para justificar acerca de cómo llegamos dónde estamos.
Aun cuando todos hemos contribuido al desastre y todos queremos que se resuelva, lo cierto es que existen sectores que no quieren asumir sus responsabilidades. No, no, no, así no es.
La composición social del Puerto Rico de hoy es de una sociedad madura, es grande, y compuesta por muchos trabajadores que luchan de día a día por lograr echar hacia adelante aun con todos los obstáculos que se le presentan. Cuando digo trabajadores lo digo desde la perspectiva más amplia, de la que lleva la carga con mucho sacrificio en este país. A modo de ejemplo de aquel y aquella que se levanta temprano para ir a su empleo en una tienda, a su puesto para recoger los desperdicios sólidos, para el taller de mecánica, para recoger café y frutas menores, aquel y aquella que tiene su guaguita para vender tripletas, pichos, alcapurrias, para cocinar en un restaurante, a lavar carro, limpiar zapatos, limpiar las calles, de mensajeros, choferes, los artistas que nos regalan su talento por casi nada, los obreros de la construcción, albañiles, carpinteros, las enfermeras, las y los trabajadores a domicilio, las abuelas que cuidan a sus nietos para que sus padres traigan el pan a sus casas, a las que buscan sus nietos a las escuelas, las y los educadores, oficinistas, secretarias, contables, asistentes médicos, técnicos de laboratorios, muchos y muchos más, claro que sí, trabajadores.
Hay además profesionistas que la están pasando difícil, ellos también son trabajadores. Están también los que han perdido sus empleos, las familias que han perdido sus hogares a causa de los huracanes, terremoto, el COVID-19. De otra parte nuestros jóvenes no logran las oportunidades para su desarrollo y deciden marcharse hacia otras tierras, principalmente hacia los Estados Unido. Todos ellos tienen algo en común, ya van por comerse el segundo cable porque el primero ya se les fue hasta lo más profundo de sus entrañas.
Nuestra sociedad, la de todos, se va ahogando en un sentido profundo de impotencia por lo que debemos de actuar hacia la contribución individual para evitar acostumbrarnos a la desesperanza.