Atletismo borícua, porque si nadie los recuerda, desaparecen…

El atletismo puertorriqueño comienza a dar sus primeros pasos al principio del siglo pasado, siglo XX.  En la década de 1910 y poco antes de surgir la Liga Atlética Interuniversitaria (LAI) participaban entre sí las escuelas y a un nivel más alto algunas escuelas superiores e instituciones universitarias.

La pasión, rivalidad y fogosidad era evidente entre la Central High de Santurce, la Universidad de Puerto Rico de Rio Piedras, el CAAM de Mayagüez, el Instituto Politécnico de San Germán y otras instituciones y escuelas de las cuales se destacó también la “Boys Charity School”, escuela de niños y jóvenes desventajados.  Esta última localizada justo en la Parada 19 en la Ave. Ponce de León de Santurce, cuyo edificio cede de esta institución luego pasó a ser las oficinas centrales del Departamento de Salud.

Al parecer la década de los años veinte muestra los signos claros y definitivos para establecer el comienzo del florecimiento del atletismo en Puerto Rico.  Fue una época importante pero poco conocida por la falta de cobertura de prensa.  La mayoría del pueblo no sabía leer y escribir, situación muy normal para esa época.  En ese entonces era muy común que los eventos noticiosos se conocieran mediante los comentarios entre la gente, o sea, de boca en boca.  No fue hasta mediados de la década de los años treinta que surgió una sección deportiva en el periódico El Mundo y la primera participación de Puerto Rico en los juegos Centroamericanos y del Caribe fue en el 1930.

A través de la historia la humanidad ha recorrido muchos senderos dejando profundas huellas al caminar que asombra y trasciende a través de los años.  La historia del atletismo no es la excepción, hace un siglo atrás hombres y mujeres sembraron con sus gestas fuertes raíces para contribuir hacia el desarrollo del atletismo puertorriqueños, pero ¿dónde están?, ¿quiénes fueron?

No hay duda, el guardián más severo es la historia y ella nos emplaza.  Nos coloca a todos, a la generación actual y a las venideras en una posición de reto para honrar a quienes nos sirvieron a través de sus positivas ejecutorias en el atletismo, aunque haya pasado un siglo.  Se trata de una época poco documentada la cual debemos de examinar y entender en su justa perspectiva de tiempo y espacio.

Estamos en el comienzo de una nueva década, 2020, año que marcará un siglo después de la gesta de aquellos jóvenes atletas de entonces que trazaron la ruta y los caminos del atletismo borícua.

Es un momento de reflexionar, vayamos, busquemos, historiadores del deporte, cronistas deportivos, investigadores universitarios de la historia de nuestro país, vayamos, busquemos, porque en algún lugar o en el fondo de un viejo baúl habrá alguna reseña, algún escrito que pueda servir de apoyo para traerlos de vuelta a los olvidados del atletismo borícua, porque si nadie los recuerda, desaparecen.  

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